Última actualización: 16 de febrero de 2021
Parece claro que la pandemia va a tener un impacto, a nivel mundial, en varias dimensiones. Algunos expertos, como el investigador y profesor Gorka Orive, apuntan a que no estamos ante una pandemia, sino ante "una sindemia (suma de 2 o más epidemias o brotes de enfermedades)", lo que implica que debemos tener "una visión más amplia que debe asumir al virus, pero también las desigualdades sociales, trabajos precarios, pobreza, educación, medioambiente, etc".
Impacto en la salud de las personas: el virus va a afectar a millones de personas en todo el mundo, causando por desgracia la muerte a decenas de miles de personas, pero también empeorando la calidad de vida de muchos supervivientes que puedan quedar con secuelas más o menos graves, reduciendo incluso su esperanza de vida. El impacto más significativo y claro es con respecto a la mortalidad. En España, estimaciones que han contado con la participación del IHME de la Universidad de Washington en Seattle prevén que la COVID-19 será la 1ª causa de muerte en 2020.
Fuente: Joan B. Soriano
Otra de las consecuencias puede afectar a la vista de las personas, sobre todo, por el uso prolongado de pantallas digitales durante el confinamiento y otras restricciones. Algunas estimaciones hablan de que hasta un 30% de adolescentes podría sufrir miopía como consecuencia de ello (ver noticia). Además, se espera que tenga también un importante impacto psicológico en muchas personas, por distintos motivos (pérdida de familiares de una manera cruel y sin poder despedirse, por tener que afrontar secuelas, por pérdida de empleo, etc). Preocupa que pueda haber aumento de cuadros depresivos y preocupa si el sistema sanitario podrá absorber a corto plazo muchos posibles casos relacionados con la salud mental (ver noticia). Existe incluso un estudio según el cual hasta el 75% de los australianos reconocen que su salud mental había empeorado tras desencadenarse la pandemia (ver noticia). De hecho, uno de los colectivos más vulnerables a esta situación son los propios sanitarios, como demuestra un estudio en China, ya que la situación vivida ha aumentado los cuadros depresivos o de ansiedad entre ellos (ver estudio). Otro estudio realizado en España (País Vasco), viene a confirmar esto, sobre una muestra de 421 sanitarios (ver artículo), indicando que un 14,7% de mujeres y un 2,6% de varones presentaban ansiedad grave (en total un 10,5%, moderada en el 4% de mujeres y el 0,2% de varones (en total un 10,7%) y leve en el 6,9% de mujeres y el 1,4% de varones (en total un 8,3%). En España, el consumo de medicamentos para ansiedad, depresión y problemas de sueño subió hasta un 4% durante la primera ola de la pandemia (ver noticia). El informe Salud Mental de Niños y Jóvenes en Inglaterra 2020 , elaborado por NHS Digital y la Oficina de Estadísticas Nacionales, mostró importantes hallazgos al respecto: uno de cada seis niños de entre cinco y 16 años tenía un probable trastorno de salud mental, frente a uno de cada nueve tres años antes. Las niñas mayores tuvieron las tasas más altas.

Los niños involucrados en la investigación mencionaron tensiones familiares y preocupaciones financieras, así como sentirse aislados de sus amigos y temer que el virus les cause angustia. Los adolescentes mayores y los adolescentes también se han visto afectados ya que han visto disminuir sus perspectivas. También ha tenido un impacto significativo en niños con discapacidad y necesidades educativas especiales. Los confinamientos y restricciones han creado nuevas barreras para estos niños y sus familias, ya que ha hecho más difícil aún el poder recibir los tratamientos terapéuticos necesarios (fisioterapia, logopedia, etc). Y también se han detectado aumentos en el caso de abusos a menores.
La situación de colapso sanitario (junto con el miedo a acudir a centros sanitarios en plena ola) también contribuyó a que la atención a pacientes aquejados con otras dolencias se resintiera, pues hubo que postponer consultas o cirugías no urgentes. Incluso se cree que la pandemia puede aumentar las muertes por otras causas como el SIDA, la tuberculosis o la malaria, en países con mucha incidencia de estas enfermedades (ver estudio). También un estudio demostró que el confinamiento provocó un aumento de los despertares (28'6%) al dormir y un aumento de pesadillas (26%), factores asociados a posible estrés (ver estudio). Sin embargo, paradójicamente, la pandemia también puede tener un impacto positivo en algunos casos, pues las medidas de prevención pueden estar siendo eficaces contra otras enfermedades, como el caso de la gripe. Como ejemplo cabe mencionar el caso de Australia; desde el 1 de enero hasta el 17 de mayo, se confirmaron más de 20.000 casos de gripe y 36 muertes, mientras que desde el 17 de mayo hasta el 9 de agosto se confirmaron algo menos de 700 casos de gripe, sin fallecidos (ver noticia). El siguiente gráfico muestra claramente cómo ha cambiado la evolución de casos de gripe en ese país durante este año en comparación con los inmediatamente anteriores.
Fuente: news.com.au
En Nueva Zelanda se ha constatado algo similar, como se puede ver en esta gráfica.
Además, esto se ha contrastado en muchas zonas del hemisferio Sur. En la siguiente infografía, puedes ver cómo ha sucedido en Oceanía, en Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay... Y además, los casos de gripe comenzaron a caer en norteamerica de manera abrupta antes de lo que es habitual, comenzando con las medidas de confinamiento.
Fuente: scientificamerican.com
En diciembre, el CDC publicó un artículo donde se veía una drástica reducción de las enfermedades del tracto respiratorio inferior en lactantes de Nueva Zelanda, en concreto, gripe y VRS (ver artículo).
Sin embargo, en Australia, se detectó un inicio tardío del VRS, en primavera, de aparición mucho más tardía que la curva epidémica promedio, por lo que no se descarta que estas enfermedades puedan aparecer más tarde de lo esperado.
En enero de 2021, en EEUU ya se veía que la evolución de la gripe era muchísimo menor en comparación con las campañas de años anteriores.
Esta bajada de la gripe en todo el mundo, pero no de la COVID, puede deberse a que es una enfermedad menos contagiosa, por lo que su número reproductivo puede haber bajado mucho de uno con las medidas, hasta el punto de no haber incidencia prácticamente. También hay quien piensa que esta bajada de la incidencia de gripe podría ser contraproducente en el futuro, puesto que podría contribuir a diluir la inmunidad de la población frente a esta enfermedad, y posibles brotes de gripe futuros podrían afectar más a la población en general.
Otro de los problemas a tener en cuenta es el COVID persistente, pues el gran número de contagios está provocando que el número de personas con síntomas a largo plazo sea especialmente relevante, lo que sin duda puede tener implicaciones en el ámbito sanitario y también efectos socioeconómicos.
Impacto económico y laboral: el confinamiento primero, y las medidas de prevención después, han hecho que los ciudadanos cambien sus hábitos de consumo, y sectores como la hostelería o el turismo (muy importantes en nuestro país), se han visto muy afectados, por lo que se han cerrado negocios y muchos trabajadores han acabado en el paro. Muchos negocios han tenido que reinventarse o redefinirse, pues al menos por un tiempo, las condiciones en las que se desarrollaba su trabajo, no van a poder ser las mismas. Esto afecta muy negativamente al crecimiento económico del país, por lo que se esperan unos años duros en estos términos, mientras no se vea un final cercano a la pandemia, y los distintos escenarios sobre la mesa ya barajan medidas impopulares como subidas de impuestos directos o indirectos, creación de nuevos impuestos, recortes o congelaciones en los salarios de los empleados públicos y pensiones, etc. El barómetro del Centro de Investigaciones Socilógica en julio de 2020 arrojaba que hasta el 96% de los españoles temían el posible impacto del virus en la economía (ver noticia). En verano, el turismo, uno de los principales ejes de la economía de España, se vio afectado desde el inicio, y con los rebrotes sucedidos en julio fueron muchos los países (hasta 165) que establecieron restricciones en los viajes a España (ver noticia), lo que sin duda fue un duro golpe para la economía dependiente del turismo, sector que aporta un 12.5% al PIB del país (ver noticia). El 31 de julio se conoció la caída del PIB (Producto Interior Bruto) en nuestro país durante el primer semestre, en los que se vivieron los peores meses de la pandemia, y las cifras fueron desoladoras, cayendo un 18.5%, algo más que en otros países de la zona euro, que también arrojaron importantes caídas (ver noticia). Además, el propio impacto en la salud de la población podrá suponer un importante impacto económico, pues el tratamiento de secuelas a medio y largo plazo se estima que puede suponer un importante coste millonario a la sanidad pública de cada país (ver noticia).
En España además, tras la temporada de verano, se conoció que el turismo había retrocedido a niveles de hace 25 años, con las negativas repercusiones que esto tiene en nuestro país en el ámbito económico y laboral.
En otoño todo apuntaba no obstante a que los países donde menos había caído la economía eran precisamente aquellos países donde se había controlado mejor la pandemia y menos mortalidad había habido. Esto deja bien a las claras que el impacto negativo en la economía está directamente relacionado con la expansión del virus en un territorio.
Impacto social: la situación actual va a transformar las relaciones sociales de las personas. Habrá menos relaciones interpersonales como consecuencia de la distancia social, la reducción de aforos en determinados lugares, etc. Además, se prevé que pueda incluso tener un efecto negativo en la natalidad, circunstancia que podría ser consecuencia del miedo a que los bebés puedan contraer el virus, o también como consecuencia de cómo afecte a los ciudadanos el desplome de la economía (ver noticia). Incluso hay un estudio de investigadores de la Universidad de Huelva que sugiere que la pandemia ha aumentado la brecha de género (ver noticia).
Fuente: eldiario.es
Impacto en el medio ambiente: Las fases de confinamiento contribuyeron a reducir la emisión de gases contaminantes, dando un pequeño respiro al medio ambiente durante un tiempo (ver noticia), y en España se estimó que se redujero a la mitad la contaminación en las principales ciudades del país (ver noticia). A nivel global, se estima que las emisiones se redujeron un 17% (ver artículo).
Fuente: Público
Sin embargo, la pandemia está causando la generación de una enorme cantidad de residuos, que en muchos casos, no se gestionan adecuadamente, pues hay gente que arroja guantes o mascarillas en cualquier sitio, contaminando los distintos ecosistemas afectados. Así, por citar un ejemplo preocupante, se encontraron muchas mascarillas convertidas en residuos en islas deshabitadas cerca de Hong Kong (ver noticia). Es importante que todos seamos cívicos y no lancemos estos restos al suelo o al mar, y que conozcamos que los guantes y las mascarillas no son envases, así que van al contenedor de restos o general. Es decir, no van al contenedor amarillo, sino al contenedor de restos. Dejar mascarillas y guantes en el contenedor amarillo podría hasta implicar arriesgar la salud de los trabajadores en las plantas de reciclaje.
Al margen de los residuos, hay otras preocupaciones. Es posible que tras la pandemia, ante la desconfiaza, se resienta el uso de transporte público o la práctica de muchos trabajadores de compartir vehículo, lo que puede conllevar el aumento del uso de los vehículos privados, provocando un aumento de las emisiones de gases contaminantes. Incluso el aumento del teletrabajo podría conllevar un aumento de emisiones, ya que el uso de internet, de manera invisible, contribuye a las emisiones de dióxido de carbono, generando más del 2% del total de emisiones a nivel global (ver noticia).