Hoy por hoy, es muy difícil saber cuándo y cómo puede llegar el final de la pandemia. Y la propia OMS apuesta a que, lamentablemente, la pandemia tendrá consecuencias negativas durante las próximas décadas (ver noticia). De entre todos los escenarios posibles ara que la pandemia llegara a su fin, que no son muchos, estos serían los más plausibles:

1. El virus desaparece por sí solo, cosa difícil de prever en la actualidad. Podría ser por una mutación que lo debilitara, pero al estar tan expandido, una mutación concreta en un lugar del mundo solo sería una rama de un enorme árbol. Hay quien piensa que esto podría llegar a ser una posibilidad, ya que sucedió con el SARS-CoV, pero también hay muchos expertos que no lo ven factible, al menos a corto plazo, por su elevada tasa de contagio, su propagación a nivel mundial, y el desconocimiento de la posibilidad de nuevas infecciones (ver noticia).

2. La vacuna: multitud de países están trabajando en ella, pero a pesar de la publicación de estudios y primeros ensayos con humanos prometedores (que algunos científicos llegan a cuestionar, puesto que las acciones de esas empresas se disparan al día siguiente en bolsa y luego no se sabe mucho más sobre esos estudios), en el mejor escenario posible, tardaría meses en llegar. Otro problema añadido en tal caso sería que habría que fabricar millones y millones de vacunas para todo el mundo. Si ya hubo problema de desabastecimiento con tests o mascarillas, ¿se podría garantizar la accesibilidad de la vacuna a toda la población mundial?. Y, ¿qué precio tendría la vacuna?. ¿Se la podría costear todo el mundo?. No parece cosa fácil a corto/medio plazo tampoco.

3. Tratamiento eficaz: a día de hoy, tampoco existe un tratamiento 100% eficaz. De hecho, se está probando con tratamientos específicos de otras enfermedades (SIDA, malaria, ébola, etc), y con fármacos como corticoides o anticoagulantes.

4. Inmunidad de rebaño (sin vacuna): este final se basaría en que se contagie un porcentaje tan significativo de personas de forma que adquirieran inmunidad y no puedan verse reinfectados. De esta forma, el virus tendría menos huéspedes potenciales, limitándose tanto su propagación que acabaría extinguiéndose. En primer lugar, habría que ver, si esto es así, qué % de la población tendría que contagiarse. Y aquí hay distintas visiones, pues hay estudios que lo cifran en un porcentaje mayor del 60%, y otros en un exiguo 10% (ver noticia). Parece lógico descartar el 10% por cuanto varias provincias españolas tienen más de un 10% de habitantes con anticuerpos según el estudio de seroprevalencia del Gobierno de España. Además, está por ver que una vez que se pase la enfermedad, no se pueda volver a producir un contagio. Depende de cómo varíe el virus, pues se van produciendo mutaciones en todo el mundo que pueden ser más o menos significativas. Si las mutaciones afectaran a la zona de la membrana del virus a la que se fijan los anticuerpos generados en una primera infección, estos podrían no ser efectivos, pues no reconocerían al nuevo virus mutado. Sin embargo, los coronavirus detectados hasta ahora tienen menos capacidad de producir este tipo de mutaciones, a diferencia de otros virus como por ejemplo el de la gripe.

Pocos países cosiguieron mitigar o atajar la pandemia de una manera eficaz durante la primera mitad del año 2020. Llama la atención el caso de Nueva Zelanda, que consiguió atajar la transmisión del COVID-19 empleando una serie de medidas enfocadas al control de fronteras (prohibir parcial/totalmente llegada de turistas, prohibir la llegada de cruceros, cuarentenas de dos semanas a los turistas incluyendo dos tests durante ese periodo), al control de la transmisión comunitaria (cancelación de eventos públicos, restricción de reuniones, cierre de enornos de trabajo, confinamiento, restricción de movilidad interna, restricción de uso de transporte público a solo trabajadores esenciales, cierre de escuelas), al control de los casos (rastreo exhausitivo, tests a personas con síntomas respiratorios, monitorización de asintomáticos) y también enfocadas al apoyo económico, de la salud y del bienestar (campañas informativas coordinadas, ingreso destinado a compensar las pérdidas retributivas, etc). Aun así, a mediados de agosto, Nueva Zelanda reportó nuevos casos después de 102 días sin un positivo, volviendo a imponer medidas estrictas e incluso de confinamiento (ver noticia). Esto puede dar una idea de lo extremadamente difícil que es contener el virus.

Como todos estos escenarios no parecen muy factibles a corto plazo, solo nos queda protegernos, con herramientas como test, rastreos, aislamiento, mascarillas, higiene personal, distanciamiento, y evitar espacios cerrados y aglomeraciones. Y si echamos un vistazo a la duración de las grandes pandemias, vemos que los datos son muy variables, ya que algunas pueden durar uno o dos años, pero por ejemplo, el VIH lleva casi cuarenta años entre nosotros.

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