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Última actualización: 23 de marzo de 2021

 

Para entender cómo se puede propagar, es necesario saber cómo se propaga un virus, y cuál es su poder de propagación, se utiliza un término denominado factor R0, que indica, como promedio, el número de contagios que provocaría una persona infectada durante el tiempo en el que puede contagiar a otros.

 

Fuente: The ConversationCC BY-ND

 

Este número representa el máximo potencial epidémico de un virus, representando el poder de contagio de una persona infectada dentro de una comunidad totalmente susceptible (es decir, en la que todos podrían contagiarse), y en la que no se están tomando medidas para prevenir contagios. Sin embargo, en la realidad, todo depende de la susceptibilidad verdadera de la población, por lo que la medida real de transmisión frecuentemente es menor que el número de reproducción básica, ya que puede ser que haya individuos vacunados, individuos que tengan inmunidad por haber estado previamente expuestos al patógeno, que le afecte un aumento de temperatura, etc. Por tanto, en el caso del coronavirus actual, conforme avanzan los contagios, este número R0 iría descendiendo y variando, al haber menos individuos susceptibles de ser infectados porque han adquirido inmunidad al haber estado en contacto con el virus antes, o también por el hecho de tomar medidas de prevención de contagios, aunque también es cierto que el hecho de que no haya vacuna limita esa reducción del número R0. Y en el momento en el que la población relajara las medidas de prevención, es posible que ese R0 vuelva a repuntar, como se detectó en países como Alemania (ver noticia) o regiones de nuestro país como la Comunidad Valenciana (ver noticia).

Como ejemplos, decir que el R0 del sarampión oscila entre 13 y 18 (es muy contagioso) dependiendo de la densidad de población o la esperanza de vida (pero afortunadamente en la actualidad los brotes son muy reducidos gracias a la existencia de vacunas), y los de la gripe oscilan entre 0'9 y 2'1. Cuando el R0 es menor de 1, la enfermedad acabará por desaparecer, pues un individuo contagiado podrá contagiar o no a otra persona, y el número de nuevos contagios siempre irá a la baja. Cuando es mayor de 1, pasaría lo contrario: el patógeno cada vez se iría expandiendo más y más. No obstante, también existen los denominados supercontagiadores (aunque según algunos expertos sería más adecuado el término evento de supercontagio provocado por un contagiado), que son personas capaces de contagiar a muchas más personas de lo que indica el R0 de un brote epidémico. Esta es una de las teorías que se está intentando demostrar en el caso de la COVID-19, pues hay indicios de ello (ver artículo). Al principio, se pensaba que los niños podían actuar como supercontagiadores, pero no hay evidencia clara de ello, y de hecho, hay estudios contradictorios: algunos estudios sugieren que no lo son (ver artículo), e incluso que contagian de igual modo que los adultos (ver noticia), pero un estudio publicado en octubre realizado en India venía a confirmar que el 71% de las personas infectadas no infectaron a ninguno de sus contactos, pero que el 8% de las personas infectadas representaron el 60% de las nuevas infecciones a través de eventos de supercontagio, y que, además, niños y adultos jóvenes tuvieron un papel fundamental en la propagación (ver estudio).

Con respecto al R0 del SARS-CoV-2, varios grupos han hecho sus cálculos, variando las estimaciones conforme avanza la pandemia. Algunos estudios lo cifran entre 1'5 y 3'5, investigadores chinos sugerían en enero un R0 de entre 2'2 y 2'7, y el equipo de epidemiología del Laboratorio Nacional de Los Alamos, Nuevo México (EEUU) ha llegado incluso a hablar de un R0 de 5,7 (ver artículo). Al parecer, es difícil establecer un valor concreto, porque habría personas que no transmitirían el virus tanto como otras (ver artículo). De hecho, un estudio mostraba que tan solo el 10% de las personas contagiadas serían responsables del 80% de las nuevas infecciones, por lo que el 90% de los contagiados solo provocarían el 20% de las nuevas infecciones, lo que sugiere que mucha gente contagiaría a pocas personas o puede que incluso a ninguna, pero que algunos actuarían como supercontagiadores (ver estudio). De confirmarse este estudio, suponiendo un R0 de 2'5, 10 infectados provocarían 25 nuevos contagios, y, de esos 10 infectados, 1 de ellos (el 10%) provocaría 20 de los nuevos contagios (25%), por lo que el resto de infectados iniciales (9) solo provocarían 5 de los nuevos contagios, lo que implica forzosamente que no todos los infectados contagiarían a otras personas. En septiembre, otro estudio discrepaba de valores previos sugeridos, y estimaba que el R0 del SARS-CoV-2 era mucho mayor de lo estimado hasta ese momento, y oscilaría entre 4'7 y 11'4 (ver estudio).

 

 

El factor de transmisión, según explica el epidemiólogo Adam Kucharski, dependería de cuatro factores: la duración del periodo infectivo de un contagiado, las oportunidades de transmisión (contactos con otras personas), la probabilidad de transmisión durante cada oportunidad (dependería de factores como el tiempo de contacto, la distancia, la ventilación, etc), y la susceptibilidad de que la otra persona pueda contagiarse. De esta forma, si por ejemplo, disminuyen las oportunidades de transmisión en promedio, también bajará el factor de transmisión R. De hecho, desde marzo a verano se introdujeron medidas de control, reduciendo contactos, probabilidades de transmisión por el uso de medidas de seguridad como distancia o mascarillas, y bajó el factor R. Hacia el final de verano, comenzaron a aumentar los contactos, y también fue al alza el factor R. 

 

 

La transmisión a nivel mundial se mostró casi imparable (en cuanto a casos diarios oficiales notificados) hasta los primeros meses de 2021, en cuyo momento empezaron a descender mucho los casos a nivel mundial. Esta situación desconcertaba a virólogos de todo el mundo, pues, a pesar de haberse iniciado la vacunación, el ritmo ralentizado de la misma no parecía justificar una bajada tan abrupta, y menos en un momento en el que cada vez había detectadas más variantes preocupantes en todo el mundo.

 

Con respecto a la expansión de la COVID en nuestro país, no es posible determinar con precisión cuándo llegó el virus a España, pero los datos apuntan a que llegaría antes de lo que se pensaba, al menos en enero de 2020. Parece claro que ciudades con mayor tráfico internacional de viajeros, como Madrid o Barcelona, son claras candidatas a ser la puerta de entrada del virus a nuestro país, y además, son dos de las provincias en las que más se ha expandido el virus en el primer semestre del año, lo cual concuerda porque, sin duda, a mayor prontitud de presencia del virus, mayor expansión. A continuación añadimos algunos hechos significativos:

 

- El primer caso confirmado fue un turista alemán en La Gomera, el 31 de enero (Ver noticia)

- El primer fallecido confirmado fue un valenciano, procedente de Nepal, que pereció el 13 de febrero, circunstancia que se confirmó más tarde (Ver noticia), y del que se cree que no provocó ningún contagio secundario

- Los primeros casos confirmados en la península se remontan al 24 de febrero (Ver noticia)

- Varios soldados que regresaron a finales de octubre de los Juegos Militares de Wuhan presentaban síntomas (Ver noticia). En junio se confirma que 6 de los 138 presentan anticuerpos del virus (Ver noticia), si bien esto no sería significativo porque pudieron contraerlo después, porque no todos los que contraen el virus generan anticuerpos, y porque parece que los anticuerpos desaparecen del organismo tras unos meses.

- Se ha constatado que, al menos en febrero, los casos de gripe diagnosticados superaron ampliamente a los esperados (Ver noticia), hecho este reconocido incluso por fuentes gubernamentales. Esto invita a pensar a que en febrero muchos casos diagnosticados como gripe, en realidad, eran Covid 19.

- Un estudio en el que participó el Instituto de la Salud Carlos III indica que llegó entre el 14 y el 18 de febrero (ver noticia)

- Un estudio de la Universidad de Oxford confirmaría la llegada del coronavirus a España en enero de 2020 (Ver noticia)

- Con respecto a los estudios de aguas residuales, se detectó la presencia de coronavirus el 15 de enero de 2020 en Barcelona (Ver noticia). Sin embargo, el 27 de junio de 2020 se informa de que se han encontrado, sorprendentemente, restos en el agua residual de Barcelona de marzo de 2019, pero aún no estaba confirmado este hecho y varios miembros de la comunidad científica no daban credibilidad a esta posibilidad, discutiendo incluso el procedimiento utilizado (Ver noticia)

 

Fuente: elindependiente.com

 - El 4 de noviembre, el Gobierno reconocía en sus datos oficiales la presencia del virus el 1 de enero (ver noticia)

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En octubre de 2020, se publicó el informe Proyecto COV20/00140 “Una perspectiva genómica de la pandemia: lecciones en salud pública”, realizado por el investigador Iñaki Comas, del Instituto de Biomedicina de Valencia (IBV-CSIC), a partir de los datos obtenidos durante todos estos meses por eConsorcio SeqCOVID. Las conclusiones obtenidas parecen sugerir que el virus entró por varias vías (se calcula que al menos 519 introducciones del virus, que se acelerarían a partir del 24 de febrero) hasta producirse una situación descontrolada, siendo la mayoría de casos importados de China e Italia. Muchos de esos casos "se extinguieron", no dando lugar a mayor propagación (actualmente se piensa que un importante porcentaje de pacientes contagian poco o nada). Pero algunos eventos terminaron por propagar el virus. Mediante la secuenciación de más de 4000 muestras del virus, el informe identifica una diversidad única del virus en nuestro país que nos diferencia del resto de la Unión Europea, y que se deberían a una llegada temprana del virus desde China. Se trata de los llamados linajes A, descendientes directos de los primeras cepas que aparecieron en China, mientras que en otros países europeos la pandemia fue consecuencia de linajes del virus más tardíos.

 Concluye el informe mencionado que unos pocos genotipos generaron gran cantidad de casos secundarios, provocando la expansión del virus en España. En concreto, dos variantes del virus pertenecientes a los linajes A (SEC7 y SEC8), que supusieron el 10 y el 30% de los casos en nuestro país durante la primera ola. Esto ocurrió principalmente en febrero, sobre todo en ciudades, aunque no se descarta una llegada anterior del virus. El SEC8 llegó al menos a Madrid y Valencia, tras el partido Atalanta-Valencia de la Champions League de fútbol, una feria de moda y calzado en Milán, y la feria ARCO de Madrid. También se detectaron focos tempranos en País Vasco (funeral en Vitoria donde hubo asistentes de La Rioja) y Andalucía.

El informe también señala que el confinamiento sirvió para extinguir los dos linajes mayoritarios, por lo que se puede considerar un éxito. Sin embargo, los expertos coinciden en que la desescalada fue precipitada, con intención de salvar el turismo en época estival, produciéndose así numerosos rebrotes de otros genotipos que estarían repitiendo el éxito del SEC8 en su propagación.

En diciembre de 2020 comenzaron a observarse nuevas variantes/cepas en distintos países, que parecían también tener una mayor capacidad de propagación.

En España, según el Instituto de la Salud Carlos III, el R0 habría estado variando desde un valor superior al 2.5 hasta situarse por debajo de 0 poco después del inicio del confinamiento, y tras la desescalada, solo a finales de septiembre parecía estar por debajo de 1. Dado que un valor superior a 1 contribuye a la expansión del virus, se podría extraer de la siguiente gráfica que el confinamiento fue una medida bastante efectiva para reducir la propagación, y que las medidas implementadas tras el mismo no han conseguido frenar su avance, si bien han reducido la velocidad de propagación.

 

 Navarra, Canarias y Madrid: las CCAA donde un contagio Covid no genera otro

 

No obstante, el factor R0 a nivel nacional es un promedio, pero la realidad es que el virus no se propagó de igual forma en todas las Comunidades Autónomas o municipios. Así, durante el primer semestre de 2020, parece claro, atendiendo a las cifras oficiales de fallecidos, y sobre todo, a los estudios de seroprevalencia del Gobierno de España, que el virus se extendió más en zonas del interior de la península (sobre todo Madrid, Castilla-La Mancha, y gran parte de Castilla y León), y mucho menos en zonas costeras (a excepción de la provincia de Barcelona) y Extremadura. Seguramente, como ya se ha comentado, en esto influiría, entre otros factores, la llegada del virus a cada región, siendo más susceptibles de haber llegado el virus antes aquellas con mayor índice de contagiados.

 

Ver informe de seroprevalencia (primera ronda)

Ver informe de seroprevalencia (segunda ronda)

Ver informe final ENE-COVID

 

Llamó la atención como a finales de junio y julio, tras una fase de menor número de contagios y fallecimientos en la transición a la denominada nueva normalidad, comenzaron rebrotes en la geografía nacional, principalmente se localizan en zonas costeras y algunas de interior (Extremadura, Aragón, Lérida), que eran de las que menos inmunidad presentaban en el informe de seroprevalencia, como se puede ver en la siguiente imagen de la situación de rebrotes a fecha 10 de julio. Esto demostraría que las zonas donde hay menos inmunidad son más propensas a los rebrotes, dado que su factor R0 sería mayor. Además, habría factores que favorecían esos rebrotes, como el aumento de la densidad de población en esas zonas por el turismo (aunque mucho menos que en otros años), o un uso menos intenso de mascarilla (especialmente en locales de ocio nocturno, playas, piscinas y terrazas) que en otras zonas del interior peninsular, aunque por otra parte, también jugaría un papel importante en la contención de los brotes el uso de mascarillas (aunque fuera menor que en otras zonas) y el hecho de que en verano la población está mucho más tiempo en espacios abiertos que en invierno. A mediados de verano, la acumulación de brotes relacionados con el ocio nocturno puso a estos locales en el punto de mira, llevándose a cabo cierres, control de clientes, y otras limitaciones (ver noticia). Las condiciones en este tipo de locales parecen perfectas para disparar los contagios: entornos cerrados, gente hacinada, no utilización de mascarilla, gente cantando y hablando en voz alta esparciendo gotículas, etc. A finales de verano, sin embargo, la comunidad de Madrid pareció tomar de nuevo la delantera en número de nuevos contagios, pese a haber sido una de las más castigadas inicialmente. Pero en noviembre, el aumento de casos era especialmente significativo en zonas donde había menos inmunidad, como Murcia, Granada, Asturias o Cantabria.

 

Con respecto a los datos oficiales de fallecidos y casos en nuestro país, en primer lugar, cabe recalcar que no pueden tomarse como reales en absoluto, por varios motivos. En primer lugar, si el virus llegó en enero, los casos de este mes no se recogieron, como tampoco la amplia mayoría de los que pudo haber en febrero. En segundo lugar, la segunda ronda del estudio de seroprevalencia del gobierno estimaba un 5,2% de población con anticuerpos de la enfermedad (con un índice de confiabilidad del 95, dentro de un rango de 4,9% y 5'5%). Ese 5'2% supone, tomando como referencia la población de España, unos 47.300.000 habitantes aproximadamente según el INE a 1 de enero de 2020, unas 2.400.000 personas. Esto, sumado a que no todas las personas desarrollan anticuerpos, o a que según indican algunos estudios, pueden durar solo 2 o 3 meses, el número real de personas contagiadas en España sería aún mayor. Ahora bien, para cuando se publicó esa segunda ronda del informe de seroprevalencia, había confirmados con PCR en torno a unos 240.000 casos. Es decir, al menos un 90% de los casos reales en España no se habrían detectado por PCR hasta el mes de junio. Esto sería consecuencia de varios factores, como una detección tardía del virus en nuestro país, una limitada capacidad inicial para realizar tests, la dificultad de encontrar a contagiados asintomáticos si no es con pruebas masivas o técnicas de rastreo, etc. Y de ese 90%, muchas personas, asintomáticas o presintomáticas, no habrían estado tomando medidas de protección para no contagiar a otras personas (básicamente porque al no tener síntomas, no pueden saber que son portadores del virus), facilitando así su propagación.

Si comparamos estos datos (al menos 2.400.000 contagiados en unos 4 o 5 meses), con los de la campaña de la gripe 2018-2019, en la que se estimaban en algo más de 525.000 los casos (ver artículo), podemos ver que como mínimo, ha provocado casi 5 veces más contagios que la misma en un periodo de tiempo parecido, y además, con un índice de letalidad bastante mayor, por lo que se puede concluir claramente cuán desafortunado es cualquier intento de equiparación del SARS-CoV-2 con una gripe.

Con los datos oficiales, en la primera ola del virus (marzo a junio de 2020), las comunidades autónomas más castigadas fueron en cuanto a casos por habitante La Rioja, en cuanto a casos totales Madrid, en cuanto a fallecidos por habitante Castilla-la Mancha, y en cuanto a muertes totales Madrid.

El principal factor que favoreció el salto del virus desde el país de origen, supuestamente China, a otros lugares del mundo, además de su contagiosidad y de su facilidad para expandirse silenciosamente gracias a personas asintomáticas y presintomáticas, es que actualmente vivimos en un mundo globalizado con miles de vuelos diarios entre todos los países del mundo. Entre los factores que pudieron favorecer más su expansión inicial, así como en los rebrotes, en unas zonas que en otras en nuestro país, además del hecho de que se ignoró su llegada y por tanto no se habían adoptado medidas de precaución, cabe citar:

La llegada del virus: no llegó a todos los puntos de la geografía nacional a la vez, por lo que podría suponerse que, al margen de otros factores, se expandió más en aquellos sitios donde llegara antes. Madrid y Barcelona son las ciudades más turísticas y con más tráfico internacional de viajeros, por lo que son candidatas perfectas para ser la puerta de entrada del virus.

La propagación silenciosa (asintomáticos, presintomáticos, paucisintomáticos): un estudio sugiere que la mayoría de los contagios los provocan los individuos asintomáticos o presintomáticos. Esto facilitaría mucho la expansión al virus, pues gran parte de los contagiadores ni siquiera saben que están infectados (ver estudio). Un dato significativo es que un estudio en Japón extrajo como conclusión que, muy posiblemente, la mayoría de brotes de COVID-19 son iniciados por gente joven (entre 20 y 40 años) sin síntomas (ver noticia). Otros estudios sugieren que posiblemente, en torno al 50% de los contagios de los brotes, serían causados por personas asintomáticas o presintomáticas, lo cual explicaría la facilidad de expansión del virus (ver estudio). Y también es llamativo que, según varios estudios, la amplia mayoría de contagios se producen en interiores, y rara vez al aire libre (ver noticia), aunque esto no significa que no sea posible (ver noticia). Con respecto a la infectividad de los asintomáticos, y pese a que se ha llegado a decir que los asintomáticos no transmiten la enfermedad, hay estudios que avalan esta teoría, como por ejemplo un estudio realizado en Inglaterra de enero a mayo, que mostró que la carga viral en el tracto respiratorio superior se mantendría en niveles elevados e infecciosos durante 10 días en persona que desarrollan la enfermedad en grado leve o moderado, siendo similar en personas asintomáticas y sintomáticas, lo que sugiere que las personas asintomáticas son una fuente de transmisión del virus (ver estudio). También un estudio realizado en una familia china comprobó que se producía transmisión por parte de asintomáticos (ver estudio), y en otro estudio también en China se encontraron varios casos entre contactos estrechos (ver estudio). Y otro estudio no solo corroboraba la transmisión por parte de asintomáticos, sino también por parte de presintomáticos (ver estudio). En noviembre, el CDC de EEUU publicaba que las estimaciones de transmisión por parte de personas que no presentan síntomas superaría el 50%, estimándose en que un 24% de las personas que propagan el virus serán asintomáticos y no tendrán nunca síntomas, y otro 35% serían personas presintomáticos, mientras que solo el 41% contagiarían mientras experimentan síntomas (ver noticia). También este mismo mes en España se comenzaba a alertar de los pacientes paucisintomáticos como foco incontrolable de propagación; son pacientes que manifiestan síntomas, pero con cuadros leves de tos o febrícula, y no acuden al médico hasta que desarrollan ageusia o anosmia, por lo que en ese momento se cree que ya han podido transmitir el virus (ver noticia).  En diciembre de 2020, se publicaba un estudio sobre 628 personas en Singapur, que muestra que personas con síntomas tenían aproximadamente 4 veces más probabilidades de transmitir el virus que los casos asintomáticos (casos realmente asintomáticos y descartados como presintomáticos). No obstante, aunque fuera en menos proporción, esto refuerza la teoría de que los casos asintomáticos son infecciosos y deben buscarse para lograr la contención (ver estudio).

La densidad de población: zonas con mayor densidad de población serían más propensas a una rápida expansión del virus. Hay artículos que inciden en que esto no es un problema para la propagación porque ha habido muchos casos en localidades con menos densidad de población que otras (ver artículo), pero para analizar si existe relación o no, habría que tener en cuenta un dato desconocido, y es cuándo llego el virus a esas localidades.

Grandes aglomeraciones sobre todo en espacios cerrados: en estas zonas parece expandirse más el virus. El metro podría ser un buen ejemplo y de hecho hay un estudio que apunta a que así fue en Nueva York (ver noticia). De hecho, se han visto contagios múltiples en iglesias en Alemania (ver noticia), Estados Unidos (ver noticia) o Corea del Sur (ver noticia).

Clima: algunos estudios sugieren que el virus puede expandirse más cuanto más frío y seco sea el clima (Ver noticia), y un estudio realizado en Australia sugiere que aumentaría la probabilidad de contagio con baja humedad (ver noticia), aunque hay otros estudios que indican que el virus puede sobrevivir en el aire mucho más tiempo cuanta más humedad haya (ver noticia). Otro estudio publicado en octubre concluyó que el virus sobrevive mejor a bajas temperaturas y humedades relativas extremas (es decir, a humedades muy bajas o muy altas), de forma que sobrevivía más de 24 horas a 10ºC y 40% de humedad, pero menos de una hora y media a 27ºC y 65% de humedad relativa (ver estudio). Si vemos el mapa del clima en España y lo comparamos con el estudio de seroprevalencia, parece ser que hay más inmunidad (y por tanto mayor expansión del virus), predominantemente en zonas con clima continental, y algo similar ocurre con Italia en su zona norte, y con las hospitalizaciones en Francia. Además, un estudio realizado por la Universidad de Alicante y la Universidad Miguel Hernández de Elche, ha determinado efectivamente que la pandemia azotó en menor medida, en la primera mitad del año, a zonas con temperaturas mínimas mayores y menor altitud (ver noticia).  No obstante, esto podría depender también de otros factores, como una llegada del virus más tardía.

 

Clima en Italia

Fuente: blog-italia.com

Casos por 100.000 habitantes en Italia

Fuente: wikipedia

 


 
Clima en Francia

 

 


Hospitalizaciones por habitante en Francia

 Fuente: New Tork Times

Si observamos el mapa de seroprevalencia de mayo, vemos que las zonas con menos inmunidad, y por tanto, donde menos se expandió el virus, coinciden con toda la zona más cerca de la costa y Extremadura. Si nos fijamos en los mapas de temperatura media anual y de humedad relativa media anual, podemos observar que las zonas más calurosas son las costas catalana, valenciana y murciana, Andalucía y Extremadura, además de Baleares y Canarias. Estas zonas coinciden con gran parte de las zonas con menor inmunidad, es decir, con zonas donde menos se expandió el virus. La excepción sería la costa del Norte de España. Pero se da que en esa zona (Galicia, Asturias, Cantabria) la humedad es la más alta del país. Dado que se estudió que el virus sobrevive mucho menos a mayores temperaturas y humedades extremas, esto podría explicar por qué se expandió menos en todas estas zonas.

Temperatura media anual
 

 Humedad relativa media anual.

Fuente: Instituto Geográfico Nacional

 

Si observamos las cifras de fallecidos por cada 100.000 habitantes, se encuentra el mismo patrón. Las zonas insulares y costeras, con clima más cálido y húmedo, tiene mejores cifras que el centro peninsular, seco y frío.

Fuente: burbuja.info

La humedad baja afecta a las mucosas. El barrido mucociliar es nuestra primera barrera contra agentes externos. Una serie de cilios de células epiteliales se mueven para empujar el moco que va capturando agentes potencialmente patógenos, como se ve en el siguiente video. pero su eficacia cae a medida que baja la humedad ambiental y nos hace más vulnerables. El aire más seco deshidrata el moco y hace que los cilios pierdan eficiencia. Esto por sí solo podría favorecer el contagio por vía aerea del virus.

 

Es posible que mejorando la humedad relativa de un 40% o menos (baja) a un 60%, se consiga que la transmisión por aerosoles al menos se vea comprometida. A mayor humedad, antes se precipitarían estos aerosoles por gravedad, quedando menos tiempo en suspensión, según sugieren algunos estudios. Y además, nuestras mucosas funcionarían mejor en estas humedades. Además, hay estudios que confirman que el SARS-CoV-2 es más peligroso si cae la humedad (ver estudio).

Fuente: Enginereed Systems

En algunos lugares, como en suburbios de la India, los test serológicos encontraron que más de la mitad de la población se había infectado, con un ratio de letalidad increíblemente bajo pese a las condiciones de pobreza e insalubridad de aquella zona: solo un 0.05%. Durante este espacio de tiempo la temperatura máxima fue de 31ºC y la mínima de 25ºC y una humedad media entre el 81%-98%. Es decir: calor y humedad relativa elevados.

Un hallazgo importante en los estudios es que el virus permanece con capacidad de infectar por más tiempo a bajas temperaturas, y a humedades relativas altas y bajas, lo que supone un patrón en forma de U que también se da en otros virus. En los siguientes gráficos podemos ver como a menor temperatura el virus presenta más horas de vida (más de 24 horas a 10 grados y 40% de humedad, pero una hora y media a 27 grados y 65% de humedad). Con respecto la humedad, el estudio señala que si baja de la humedad relativa de eflorescencia (45%), la gota que contiene el virus puede evaporarse y el virus puede "cristalizar" y sobrevivir más tiempo que en una solución acuosa, donde podría sufrir mayores cambios. También iría aumentando su tiempo de vida a partir de 50% de humedad, pues estaría rodeado de más agua, y cuanta más agua lo rodee, más lentas pueden suceder las reacciones químicas que lo pueden desactivar.

 

Según un estudio de la universidad de Riken en Japón, liderado por Makoto Tsubokura, con una humedad relativa menor del 30% pueden haber más del doble de aerosoles que con una humedad relativa del 60% o más (ver noticia).

 

Por tanto, el clima podría estar jugando un papel importante en la expansión del virus. Un artículo científico publicado en marzo de 2020 también indicaba que la viabilidad de virus respiratorios era mayor para humedades mayores a 60%, donde sería predominante la transmisión por superficies y contacto directo o indirecto (climas tropicales), y para humedades menores a 40%, donde la transmisión sería predominantemente aérea (ver artículo).

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Otro estudio de enero de 2021 mostraba interesantes datos sobre la descomposición del SARS-CoV-2 en aerosoles de saliva. El decaimiento más rápido se daba a 40ºC y un 20% de humedad relativa con luz solar simulada (un 90% de descomposición en tan solo 4 a 8 minutos), siendo esto demasiado caliente en la práctica. También para una temperatura más asequible, 30ºC, con un 70% de humedad. El decaimiento también era más rápido con la exposición a luz solar simulada (ver estudio). Estos resultados sugieren que la persistencia del SARS-CoV-2 infeccioso en los aerosoles de origen natural puede verse afectada por las condiciones ambientales, y que el virus en aerosol podría permanecer infeccioso durante períodos prolongados de tiempo en algunas condiciones ambientales. 

 

- Espacios abiertos vs. espacios cerrados: hay científicos que aseguran que una de las principales vías de transmisión del virus es por el aire, sobre todo en espacios cerrados y con gran densidad de personas. De hecho, el Centro de Control de Enfermedades de EEUU (CDC) señala que el riesgo de contagio es bajo en espacios abiertos, pero alto en espacios cerrados (ver noticia). En estas circunstancias, el invierno es una época más propicia para la transmisión del virus, por cuanto las personas están la mayor parte del tiempo en espacios cerrados, no así como en verano, donde se hace una vida más en entornos abiertos. Un estudio además detectó 318 brotes con tres o más casos confirmados, siendo que donde más brotes surgían era en el hogar, seguido por el transporte público, y llamando la atención que de esos 318 brotes, solo uno fue detectado al aire libre, siendo los otros 317 identificados en entornos cerrados (ver estudio). A pesar de ello, ha habido numerosos brotes en verano, muchos de ellos en entornos cerrados donde no se ha utilizado mascarilla ni mantenido la distancia social, como por ejemplo, locales de ocio nocturno, cenas, reuniones de amigos, cumpleaños, bodas y otras celebraciones (ver noticia), en lugares donde la gente permanece junta, cantando o hablando fuerte (en España o Italia hablamos más fuerte que en otros países), lo que puede favorecer la expansión del virus por el aire, sin hacer uso de mascarilllas,... Un caldo de cultivo ideal. De hecho el 14 de julio, el Ministerio de Sanidad de España informaba de que el 45% de los rebrotes se habían producido en reuniones familiares (ver noticia), y también se da la circunstancia de que investigadores chinos concluyeron que el mayor número de contagios se dan en el ámbito doméstico (ver noticia). Numerosas variables entrarían en juego a la hora de poder producirse un contagio en un hogar (número de personas que hubiera, existencia de personas de grupos de riesgo, etc), pero ciertos estudios en el Reino Unido cifran la tasa de ataque en el hogar en un 35% (ver estudio). A primeros de agosto se estimaban los brotes relacionados con los locales de ocio nocturno en aproximadamente un 6% según representantes del sector (ver noticia), lo que llevó al cierre de este tipo de locales a partir de la 1 am en la segunda quincena del mes de agosto en nuestro país. En este artículo puedes ver cómo los bares son un ejemplo de foco de transmisión, como ejemplo de espacio cerrado con aglomeración de gente.

- La contaminación: hay científicos que creen que la contaminación del aire puede ser parcialmente responsable de la rápida propagación de COVID-19. Según un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Washington, en el que observaron diferentes factores en lugares donde la tasa R0 era mayor que uno. Esta investigación reveló que un aumento de 0.25 en la tasa R0 se correspondía con un aumento del 10% en la contaminación por sulfato, dióxido de nitrógeno y amonio y un aumento de 1 μg / m3 en PM2.5 (ver artículo).

Negacionismo e irresponsabilidad: hay muchas personas que, sin evidencia científica alguna, niegan la existencia del virus y de la pandemia, incluso algún sanitario (ver artículo). También hay personas que no niegan la existencia del virus, pero sí niegan su virulencia y las cifras de contagiados y fallecidos (ver noticia). Parte de ese negacionismo se basa en que no se cumplen los cuatro postulados enunciados por Robert Koch, y que explican la existencia científica de un patógeno. Esos cuatro postulados son que el patógeno debe estar en personas enfermas pero no en personas sanas, que el patógeno debe poder ser aislado, que el patógeno debe producir en una persona una enfermedad igual que la que sufrió el paciente que tenía previamente ese patógeno, y que ese nuevo enfermo debe presentar exactamente el mismo patógeno. Y uno de los argumentos esgrimidos para negar la existencia, es que hay personas que no enferman (asintomáticos), aunque para ello habría que tener en cuenta otros argumentos que explicarían el por qué (carga viral, patologías previas, etc). Sin embargo, la amplia mayoría de los científicos que opinan que, efectivamente, se cumplen esos cuatro postulados (ver artículo). Otros creen que la enfermedad desarrollada por los pacientes se debe a la iatrogenia o yatrogenia (es decir, intervención negativa del sistema de salud que provoca un empeoramiento del estado de un paciente). El negacionismo lleva a las personas que no creen en el virus a cometer actos que pueden contribuir a su expansión. Un ejemplo claro son las fiestas COVID en EEUU, en las que no hay medidas de precaución y en las que se ofrece un premio al primero que se contagie y muestre síntomas (ver noticia). Un asistente a una de estas fiestas acabó muriendo tras contraer el virus en julio (ver noticia). También hay gente que, sin ser negacionistas, relajan las medidas de protección en determinados entornos, y eso favorece los contagios. En España hemos podido ver ejemplos relacionados con aficiones de equipos de fútbol (ver noticia), turistas en zonas de playa (ver noticia), etc. Llaman la atención estudios que aseguran que muchas personas entre las más proclives a no tomar medidas de prevención presentan rasgos psicopáticos y narcisistas (ver noticia). Por supuesto, toda precaución es poca, y no hay que relajar medidas de prevención, ni siquiera en lugares con un engañoso sello Covid-free, que no están avalados por expertos (ver noticia).

- El factor de dispersión K y los eventos de superprogapación: hay evidencias de que los contagios de COVID no dependen exclusivamente del R0, sino que se rigen por lo que ocurre en grupos de personas. Diversas investigaciones apuntan a que unos pocos eventos (como un coro o una reunión mal ventilada) y unos pocos enfermos (quizás gente con gran carga viral o con mucha vida social) serían responsables de gran parte de los contagios, estimándose que en torno a un 80% de transmisiones son producidas por un 10% o 20% de los casos (ver artículo). Hay numerosos casos documentados de superpropagación. Para ver con qué rapidez se puede expandir el virus en este tipo de eventos, se puede echar un vistazo al estudio publicado en julio, realizado en el condado de Catawa, en Carlonia del Norte (EEUU), que mostraba cómo una reunión de más de 20 personas sin mascarillas ni distancia social acabó con 14 infectados. Antes de comenzar a mostrar síntomas, esto es, en el periodo presintomático, obviamente continuaron con sus rutinas diarias, tanto en el ámbito laboral como social, haciendo que la cadena de contactos de cada contagiado contribuyera a expandir el virus, acabando contagiadas 41 personas de nueve familias diferentes y ocho entornos de trabajo distintos. Todo ello en tan solo 16 días (ver artículo).

Otro caso curioso documentado en EEUU, que da una idea de la capacidad contagiadora del virus en algunos casos, es el de un feligrés que en una ceremonia religiosa contagió al menos a 91 personas (niños y adultos) en Ohio, habiendo contagiado al menos 18 de ellas a otras terceras personas después (ver noticia).

 

 

Fuente: Cleveland19.com

 

También por ejemplo en agosto se supo que un evento en febrero en Boston pudo ser un caso de superpropagación, pudiendo haber causado hasta 20.000 contagios (ver noticia). Según un estudio, los adultos más jóvenes serían los más dados a provocar eventos de superpropagación, porque son las personas que más salen de casa, siendo los que menos eventos de este tipo provocan los mayores de 60 años (ver artículo).

Otro caso interesante fueron los brotes vinculados a una boda en una zona rural del estado de Maine (EEUU) durante algo más de un mes. Un asistente a dicho evento, al que acudieron 55 personas, acabó provocando al menos 177 casos de manera directa o indirecta, incluyendo siete hospitalizaciones y siete fallecimientos (ver estudio).

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Por ello, a nivel científico se usa un parámetro llamado factor de dispersión K, que a valores más bajos indica que habrá más transmisiones en grandes agrupamientos de personas. El factor K de la COVID-19 podría estar en torno a un valor de 0.1 (ver estudio), siendo menor incluso que los valores para el SARS (0.16), MERS (0.25) o la gripe (1).

Fuente: El País

 

Este tipo de transmisión en agrupamientos podría ayudar a explicar en parte por qué el virus golpeó antes algunos lugares que otros. Determinados lugares habrían recibido casos importados, que en muchos casos se extinguían sin transmitirse. Hasta que un caso podía provocar un evento de supercontagio, disparándose la dispersión del virus por ese lugar.  

- Las reuniones familiares en tiempos fuertes: tiempos como la Navidad, o el día de Acción de Gracias en Estados Unidos, suponen una gran concentración de reuniones familiares y desplazamientos de millones de personas, para reunirse en entornos cerrados, con mala ventilación, sin mascarilla, etc. El riesgo es evidente, y de hecho, en Estados Unidos se detectó un claro incremento de casos positivos, hospitalizaciones y muertes diarias, después del día de acción de gracias, pocos días después de dicha celebración a finales de noviembre, como se pueden ver en las siguientes gráficas.

4 bar charts showing key COVID-19 metrics for the US over time. Today, states reported 1.8M tests, 180k cases, 102,148 currently hospitalized (record), and 1,347 deaths.

El problema en todos los contagios es que no podemos ver cómo de grande es realmente la burbuja en la que estamos, que es mucho más grande que la que podemos percibir, por los contactos que pueden tener nuestros contactos directos. La siguiente imagen ilustra perfectamente este hecho y el por qué del riesgo de las reuniones sociales y familiares.

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PERIODO INFECTIVO

 

Una de las claves que también influyen en la transmisión del virus es el denominado periodo infectivo, es decir, los días en los que un contagiado puede contagiar a otras personas. La probabilidad de contagiar a otros dependería de la carga viral (cantidad de virus en el organismo) del contagiado, siendo mayores estas cargas cuanto más grave es el caso. Según varios estudios, en los casos leves de COVID (representados en verde en la siguiente gráfica del Ministerio de Sanidad), la carga viral sería menor y disminuiría relativamente pronto, y podrían contagiar desde días antes del inicio de síntomas hasta el día 8 aproximadamente de la infección. Se dice incluso que se podría empezar a contagiar tras dos días desde la infección, incluso antes del inicio de síntomas. En los casos moderados (en rojo), el periodo infectivo sería mayor desde el inicio de síntomas (hasta 15 días), ya que la carga viral tarda más en descender, y en los casos más graves (naranja), el periodo infectivo sería mucho más duradero, al permanecer alta durante muchos días la carga viral.

En general, parece que una persona es más infectiva desde que empiezan los síntomas si los hay, hasta el día 5, si bien también algunos días antes o después también podría contagiar.

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Fuente: New York Times

 

 

En una revisión basada en estudios, se concluyó que aunque los pacientes con infección por SARS-CoV-2 pueden tener una eliminación prolongada de ARN de hasta 83 días en la infección del tracto respiratorio superior, no se aisló ningún virus vivo del cultivo más allá del día 9 de los síntomas a pesar de las cargas de ARN viral persistentemente altas. La carga viral del SARS-CoV-2 pareció alcanzar su punto máximo en el tracto respiratorio superior durante la primera semana después de la aparición de los síntomas, y más tarde en el tracto respiratorio inferior. Combinado con el aislamiento de virus viables en muestras respiratorias principalmente durante la primera semana de la enfermedad, es probable que los pacientes con infección por SARS-CoV-2 sean más infecciosos en la primera semana de la enfermedad, enfatizando la importancia del aislamiento inmediato con inicio de síntomas temprano en el curso de la enfermedad. Este hallazgo está respaldado por la observación en estudios de rastreo de contactos de que el mayor riesgo de transmisión ocurre muy temprano en el curso de la enfermedad, en concreto, unos días antes y dentro de los primeros 5 días después del inicio de los síntomas (ver estudio). Además, esta revisión señala que las cargas virales parecen ser similares entre individuos asintomáticos y sintomáticos infectados con SARS-CoV-2. Sin embargo, la mayoría de los estudios demuestran un aclaramiento viral más rápido entre individuos asintomáticos que entre aquellos que son sintomáticos. Este hallazgo concuerda con la cinética viral observada con otros virus respiratorios como la gripe y el MERS, en los que las personas con infección asintomática tienen una duración más corta de la diseminación viral que las personas sintomáticas.

 

En febrero de 2021, una investigación, realizada a partir de datos jugadores y personal de la NBA concluyó que la duración media de la infección fue de 13,3 días para los individuos infectados con la variante británica (B.1.1.7) del coronavirus, frente a los 8,2 días que llevaban tomándose como promedio con las variantes previas. La carga viral fue similar en los casos observados de la variante británica y las variantes anteriores, pero estos datos sugerían que la variante B.1.1.7 del SARS-CoV-2 podrían causar infecciones durante más tiempo, con una carga viral máxima similar, lo que podría contribuir a la mayor transmisibilidad. Esto podría tener implicaciones en las cuarentenas y aislamientos, que en esa fecha, en nuestro país, estaban en 10 días.

 

También en febrero de 2021, un artículo señalaba que los pacientes con COVID-19 grave pueden tardar en eliminar el virus viable hasta 4 semanas después del inicio de los síntomas, incluso con valores de umbral de ciclo altos y a pesar de haber desarrollado títulos altos de anticuerpos neutralizantes (ver artículo).

 

 


FASES EN ESPAÑA
 
En conclusión, en el caso concreto de España, podríamos simplificar el desarrollo de la pandemia en varias fases:
  • Llegada del virus (enero): se estima que el virus pudo entrar en la península posiblemente en enero, según las evidencias comentadas con anterioridad, momento en el que empieza a expandirse entre la población gracias a que no había medidas de precaución.
  • Expansión silenciosa del virus (enero, febrero): el virus comienza a expandirse más entre la población y más, dado que no hay alerta ni medidas de precaución, aumentando los contagios exponencialmente. Los casos se confunden con gripe estacional, no habiendo una acumulación de casos graves que puedan llamar la atención y sugerir que el SARS-CoV-2 estaba más expandido.
  • Primera ola (marzo a mayo): el número de casos es tal, y con tal carga viral, que se colapsan hospitales en las zonas de interior más afectadas. Se alcanzan los picos máximos de contagios a finales de marzo, y de fallecimientos. Durante esta fase se decreta el confinamiento estricto, lo que reduce la cantidad de contagios y la carga viral de los mismos, reduciéndose paulatinamente las cifras y la presión asistencial en los centros hospitalarios. Es por ello que esta ola tiene dos fases: la primera, en la que van subiendo el número de casos confirmados diarios, y una segunda fase, a partir de abril, donde se va reduciendo el número de casos confirmados diarios, dado que las medidas de confinamiento comienzan a surtir efecto al menos dos semanas después de decretarse. El exceso de mortalidad (según el informe MoMo) es máximo en estos meses.
  • Transición a la nueva normalidad (segunda quincena de mayo y junio): durante este periodo, las provincias van relajando progresivamente las medidas de confinamiento, hasta llegar a una fase de nueva normalidad, donde se recomendaba el uso de mascarillas y era obligatorio en ciertos entornos. Sigue habiendo contagios y algún fallecido, pero los números son mínimos desde el inicio de la primera ola.
  • Periodo de rebrotes (julio, agosto): desde finales de junio, van comenzando los rebrotes, aumentando cada día los casos de nuevos positivos, y esto supone que se imponga el uso de mascarilla obligatorio hasta en la calle ante el temor a una segunda ola. Aragón es la región más castigada inicialmente. Durante este periodo, cabe esperar que los casos confirmados sean muchos más en proporción a los casos reales, que los confirmados en los primeros meses de pandemia, dado que la capacidad diagnóstica era mucho menor y pocos eran los asintomáticos que se confirmaban, a diferencia de lo que pasaba en verano. Es por eso por lo que la gráfica de nuevos casos diarios que puedes ver a continuación, realmente, presenta barras más bajas de las reales, pues, sobre todo en los primeros meses (enero a mayo) el número real de contagiados fue mucho mayor que el de diagnosticados (puede que más de un 90% de los casos reales no fueran diagnosticados durante ese periodo, como se explica más adelante). 
  • Segunda ola (agosto a noviembre): desde finales de agosto y durante el mes de septiembre, los nuevos casos fueron creciendo cada vez más, hasta estabilizarse y comenzar a caer a primeros de octubre. Fuentes oficiales denominaron a este periodo como una segunda ola, si bien bastante más leve en cuanto a hospitalizaciones y fallecimientos.

Puedes consultar la curva epidémica actualizada de casos diarios a nivel nacional y por comunidades autónomas haciendo clic aquí (Fuente: ISCIII)

  • Tercera ola (diciembre 2020 a febrero 2021): cuando en noviembre parecía que el número de casos podía estabilizarse, empezaron a subir con fuerza, en lo que se empezó a denominar tercera ola, casi sin haber descendido en la segunda. En toda Europa, en octubre, empezaron a despuntar los casos cuando empezó el frío, lo que para algunos expertos es la confirmación de que el frío hace que el virus se expanda más (ver como ejemplo la entrevista con epidemiólogo Martin Blachier). La tercera ola vino motivada seguramente por las reuniones navideñas, momento en el que además del frío, se relajaron las restricciones y las medidas de seguridad.
  • Cuarta ola (marzo- abril 2021): en abril comenzaron nuevamente a repuntar los casos, con la expansión de la variante británica B.1.1.7.

 

En realidad, los datos de la primera ola no son muy fiables, dado que se detectó algo menos del 10% de casos reales si se atiende al estudio de seroprevalencia del primer semestre (ENE-COVID). La gráfica ajustada podría ser algo parecido a esta:

Imagen

Más adelante, en la web de Datadista, se llevó a cabo una aproximación similar con datos de las 3 primeras olas.

Fuente: Datadista

La primera ola pareció la más grave de todas. La gráfica sobre el exceso de mortalidad (informe MoMo) muestra en algunas fases del verano de 2020 una mayor mortalidad de la esperada, si bien no era comparable al exceso de mortalidad de los meses de marzo y abril.

Fuente: @matthewbennet e ISCIII

 

Sin embargo, este aumento de la mortalidad empezó a hacerse más evidente hacia el mes de octubre de 2020.

MoMo: España registra un exceso de 63.345 muertes

Para conocer cómo está evolucionando la pandemia en España, la Fundación ELLIS (European Laboratory for Learning and Intelligent Systems) invita a los ciudadanos a cumplimentar este cuestionario anómino, diseñado por la Doctora Nuria Oliver, Comisionada de la Generalitat Valenciana para la Inteligencia Artificial y el COVID-19, y su equipo en colaboración con investigadores del continente europeo. El objetivo es medir ítems como el rastreo de contactos, el impacto económico, el impacto psicológico y la eficacia de las medidas adoptadas, así como la percepción de la ciudadanía. A primeros de octubre, gracias a esta encuesta, se publicaron datos preocupantes, como que el 80% de los participantes habían admitido acudir a su puesto de trabajo pese a tener fiebre durante al menos 4 días, y un 85% a pesar de tener algún síntoma compatible con la COVID, cuando sería de vital importancia facilitar y posibilitar el quedarse en casa ante el menor síntoma.

 

ImagenImagen

Fuente: @nuriaoliver

 

Se puede consultar la incidencia acumulada de casos positivos en los últimos 14 días en muchos municipios de España en esta web desarrollada por Maldita.es

 

No obstante, muchos expertos coinciden en la dificultad para poder controlar y predecir la expansión del virus, dada la poca fiabilidad de los datos (muchas veces no coincidían los de las comunidades autónomas con los del Gobierno nacional), así como su variabilidad (se actualizaban datos días después de ser publicados). Al ser difícil conocer la realidad instantánea, la predicción se hace imposible, y por tanto es una utopía tomar medidas adecuadas, lo que a su vez provoca una mayor extensión de la enfermedad. 

 

En el siguiente time-line puedes ver un resumen de los hitos mas importantes de la expansión del virus en 2020.

 

Fuente: Science

 

A nivel mundial, en febrero de 2021, se comenzó a observar un fuerte decrecimiento de casos, aun cuando el ritmo de vacunación no era muy elevado a nivel global. Esta celeridad sorprendía hasta a los científicos, estando algunos de ellos algo desconcertados incluso por esta evolución.

 

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