Última actualización: 6 de marzo de 2021
Una cara poco comentada y poco conocida del virus es el de las secuelas crónicas, en buena medida porque ha pasado poco tiempo y no se pueden saber con precisión qué secuelas puede haber a medio o largo plazo, aunque se van conociendo algunas a corto plazo. Se especula con que un importante porcentaje de las personas ingresadas tendrán algún tipo de consecuencias secundarias, teniendo más papeletas aquellos casos graves con ingreso en UCI y necesidad de respirador mecánico, puesto que también pueden tener riesgos derivados de su proceso de ventilación y hospitalización. Según un estudio publicado en julio, hasta el 87,4% de los pacientes que presentaro un cuadro grave mostraron al menos un síntoma persistente, siendo los más comunes fatiga y disnea (ver estudio). Además, según el Centro de Prevención y Control de Enfermedades de EEUU (CDC), hasta un 33% de los pacientes que no necesitan ingreso hospitalario, muestran secuelas a largo plazo (ver noticia). Entre las secuelas que se están observando podemos mencionar:
Afecciones cardíacas: Se ha constatado que en torno a un 30% de los pacientes críticos presentaron daños cardiacos, siendo el más frecuente la miocarditis (inflamación del músculo cardiaco), que puede ser reversible. No obstante, se han dado casos, en bajo porcentaje, de infartos agudos de miocardio, cuyas lesiones son permanentes dado que el tejido dañado no se puede regenerar, implicando esto una pérdida funcional del corazón de por vida (ver artículo). Además, un preocupante estudio sugiere que puede haber daños cardiacos incluso en casos que no requieren hospitalización. Así, un estudio publicado el 27 de julio, realizado entre 100 personas recuperadas de COVID-19, comparó imágenes diagnósticas de sus corazones con las de otras personas similares que no habían tenido el virus, con una media de edad de 49 años, y con un 67% de pacientes que no fueron hospitalizados. De estos 100 pacientes, 76 mostraban signos de lesión cardiaca típicamente encontrada después de un ataque al corazón, y 60 de ellos mostraban signos de inflamación (ver estudio). Es por eso que es importante tener cuidado a la hora de retomar la actividad física después de incluso infecciones leves. Otro estudio, que partía de las autopsias de 39 fallecidos durante la fase inicial de la pandemia, y con media de edad de 85 años, encontraba altos niveles del virus en el corazón de 24 de ellos. Un estudio publicado en Nature indicaba que puede afectar al corazón directa (en cardiomiocitos vía ACE2) e indirectamente (inflamación y reducción del flujo sanguíneo), provocando afecciones como miocarditis, arritmias, cardiomiopatías y necrosis (ver estudio).
En febrero de 2021 se publicó un estudio llevado a cabo en Washington en el que se aseguraba que la enfermedad puede matar células del músculo cardíaco e interferir con la contracción del corazón (ver artículo).
Anosmia e hiposmia: la anosmia, es decir, la pérdida de olfato total, es uno de los síntomas más característicos de la enfermedad. Sin embargo, en algunos casos, esta pérdida se ha cronificado, o incluso de modo parcial (hiposmia). La mayoría de las personas que han perdido olfato lo recuperaron totalmente al cabo de pocas semanas, pero en algunos casos persiste una pérdida total o parcial durante meses. Aún es pronto para saber si es totalmente irreversible o no. Se han reportado casos en los que los contagiados que sufren anosmia van notando una lenta recuperación del olfato, tardando más en recuperar la capacidad para percibir los malos olores.
Daño cerebral: en un artículo publicado el pasado 1 de julio por Antonio Figueras, profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, se decía que "el virus puede arrasar muchos de los principales sistemas de órganos del cuerpo, incluidos el cerebro y el sistema nervioso central. Entre los pacientes hospitalizados por Covid-19 en Wuhan, más de un tercio experimentaron síntomas en el sistema nervioso, incluidas convulsiones y problemas de perdida de conocimiento", y que "investigadores franceses informaron que el 84 por ciento de los pacientes de Covid que habían ingresado en la UCI experimentaron problemas neurológicos, y un porcentaje de ellos continuó actuando confundido y desorientado cuando fueron dados de alta". Además, también se indicaba que "según expertos de la Universidad de Columbia, la posibilidad de que los problemas neurológicos “continúen en el tiempo y creen discapacidad o dificultades para los pacientes con COVID persistente parece cada vez más probable”. (ver artículo). Otros estudios sugieren que el virus aprovecha las células cerebrales para multiplicarse, pero aunque no las destruye, dificulta la entrada de oxígeno a las células adyacentes, provocando su muerte, sin que el sistema inmune pueda hacer nada por evitarlo (ver artículo).
Daños en la médula ósea: investigadores del Institituto de Investigación Sanitaria de la Fundación Jiménez Díaz demostraron, tras varios estudios post mortem, que la COVID-19, debido a la respuesta inflamatoria descontrolada mediada por macrófagos que provoca, llega a provocar daños en la médula ósea (ver noticia).
Desórdenes psiquiátricos (estrés postraumático, ansiedad, depresión, insomnio): investigadores italianos advirtieron que un 55% de pacientes hospitalizados mostraban secuelas de tipo psiquiátrico un mes después de haber sido tratadas, en proporción a la gravedad de la enfermedad, según un estudio publicado a finales de julio en la revista Brain, Behaviour and Inmunity (ver estudio). En marzo de 2021, otro estudio realizado por investigadores de la Universidad de Oxford, confirmaba que a causa de la enfermedad, las personas pueden experimentar problemas de salud mental a corto y largo plazo, incluyendo trastorno de estrés postraumático, depresión, deterioro de la atención y la memoria, o trastornos afectivos (ver noticia).
Diabetes: algún estudio también sugiere que el COVID-19 puede afectar al sistema endocrino generando diabetes en pacientes que no padecían esta enfermedad, provocando la aparición de diabetes tipo 1 transitoria o permanente (ver noticia)
Efluvio telógeno agudo: Muchas personas, sobre todo mujeres, han sufrido caída masiva de cabello, bien por el estrés del confinamiento, o bien por el Covid, pero al parecer, se recupera bien a medio plazo.
Encefalomielitis diseminada aguda (ADEM): según un estudio del University College de Londres y su Hospital Universitario, publicado en la revista Brain, parece que la COVID puede aumentar la prevalencia de esta rara y a veces inlcuso mortal infección cerebral, en base a un estudio basado en 43 pacientes que mostraron síntomas neurológicos, presentando 12 de ellos inflamación cerebral, sufriendo ADEM un 75% de estos (ver artículo)
Fatiga: un estudio preliminar sugiere que la fatiga seguía estando presente en aproximadamente el 50% de los pacientes que habían sufrido la enfermedad de forma aguda unas 10 semanas después de los primeros síntomas (ver estudio).
Fibrosis pulmonar: Las atípicas neumonías causadas por el coronavirus puede llevar a una cicatrización perjudicial para los pulmones, limitando su capacidad pulmonar. Muchos pacientes graves siguen mostrando alteraciones en las radiografías de pulmón, y según el caso, algunos sufren dificultad respiratoria en mayor o menor grado, incluso necesitando oxígeno. Según un artículo publicado en The Lancet, un estudio demostró que en pacientes que fallecieron había una marcada fibrosis pulmonar, y que, además, es bastante probable que en aquellos supervivientes tras casos severos de COVID, esta fibrosis pulmonar no sea regresiva, aunque serían necesarios estudios complementarios (ver artículo). Se desconoce si es debida a la acción directa del virus, al proceso inflamatorio o a una acción conjunta. Un estudio publicado a finales de julio en la revista Annals of the American Thoracic Society, sobre el seguimiento de pacientes tras recibir el alta hospitalaria en China, detectó que los daños pulmonares provocados por la enfermedad habían desaparecido en el 64'7% de los casos, por lo que los daños en los tejidos pulmonares podrían ser reversibles en la mayor parte de los casos de los pacientes que superan la enfermedad (ver estudio). En otro estudio en Suiza, entre casi 200 jóvenes (21 años de media de edad, mayoritariamente varones) que sufrieron la enfermedad (no así en asintomáticos), se encontró que en todos ellos se redujo significativamente su capacidad máxima aeróbica, siendo la fibrosis pulmonar el posible causante de ello (ver estudio). Incluso se afirma que algunos de estos pacientes serían candidatos a trasplante de pulmón, dadas las lesiones permanentes que sufren (ver noticia).
Insuficiencia renal: Se calcula que entre un 5 y un 10% de pacientes que acabaron en UCI sufren insuficiencia renal aguda que requería tratamiento de diálisis. Muchos recuperan la función renal, aunque no todos, pero está por ver si puede quedar alguna secuela en aquellos que recuperan su función.
Infertilidad: Según estudios, es plausible que el SARS-CoV-2 pueda afectar a la fertilidad, aunque debería estudiarse este hecho más en profundidad. En el caso de niños en la pubertad, la infección puede afectar al desarrollo sexual debido a su impacto en el desarrollo prostático y testicular, además de poder afectar a la espermatogénesis (ver estudio).
Necrosis avascular de cadera: según el jefe de la Unidad de Cadera del Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología del Hospital La Luz de Madrid, Pedro Gray Laymon, se podría producir una osteo necrosis avascular localizada en la cadera (ONCF) en los pacientes que han padecido síntomas respiratorios severos, requiriendo cuidados intensivos. Esto consiste en la falta de aporte sanguíneo al hueso en la cabeza del fémur, pudiendo curarse o conllevar, en un escenario peor, a deformidades en hueso y articulación, que además de dolorosas, incapacitarían para la marcha. (ver artículo)
Niebla cerebral: según la revista Science, otro problema curioso es lo que se ha denominado niebla cerebral (brain fog en inglés). Los pacientes presentan un aspecto normal cuando son sometidos a un escáner cerebral, pero al mismo tiempo, presentan cierta dificultad para pensar con lucidez. Los expertos creen que puede ser una especie de fatiga post-COVID, debida a la inflamación del organismo (ver artículo).
Pérdida de memoria: según un estudio, existen pacientes que una vez curados presentan cambios microestructurales en el cerebro, asociados con pérdida de memoria varios meses después de pasado el virus (ver artículo).
Problemas de audición: según un estudio publicado el 31 de julio en The International Journal of Audiology, hasta el 13% de los pacientes estudidados que superaron la COVID-19 presentaron problemas auditivos hasta ocho semanas después de su recuperación, identificándose no solo el deterioro de la audición, sino también tinnitus, es decir, audición de sonidos que no proceden de fuentes externas (ver noticia).
Síndrome post-UCI: Las estancias prolongadas en una unidad de cuidados intensivos de por sí presentan secuelas de tipo neuromuscular. La nula movilidad produce pérdida de masa muscular y fuerza, por lo que es necesario un trabajo durante semanas de rehabilitación y fisioterapia. Algunas veces también pueden afectar a la funcionalidad de los nervios periféricos, dificultando actividades como la marcha. Otro tipo de secuelas que pueden sufrir son de tipo psiquiátrico, tales como estrés postraumático, ansiedad, depresión, así como dificultad para mantener la concentración, desorientación, trastornos del sueño, problemas de memorización, etc. (ver artículo)
Tirotoxicosis/enfermedad de Basedow: un estudio realizado entre 78 pacientes que sufrieron cuadros graves de COVID-19, identificó que un nada desdeñable 15% pasó a sufrir tiroxoticosis, síndrome del tiroides que se caracteriza por arrojar niveles exagerados de hormonas circulantes en el plasma sanguíneo, producidos por el aumento de la secreción interna de la hormona tirotrópica de la hipófisis, que estimula la generación de hormona en la glándula tiroides (ver noticia).
Trombos e ictus: La aparición de coágulos sanguíneos en los pacientes hospitalizados por COVID-19 es una complicación frecuente. Sin embargo, también se está detectando este problema cardiovascular en las personas recuperadas de la infección por coronavirus. El problema no es pequeño, pues dependiendo de donde se ubique el trombo, pueden darse complicaciones más o menos graves. Al parecer, estos trombos aparecen porque el virus afecta al funcionamiento normal de las plaquetas al provocar cambios genéticos en las mismas, según un estudio realizado por la Universidad de Utah Health (ver artículo). Se ha visto también que en algunos casos, pacientes que fueron dados de alta, volvieron con complicaciones en forma de ictus, debido a la coagulopatía provocada por el virus (ver noticia). Además, la inmovilidad favorece los trombos, por lo que el confinamiento también suponía un riesgo para estos pacientes. Incluso en EEUU se ha alertado de pacientes jóvenes que pasaron el virus de forma leve y presentaron más tarde apoplejías (ver noticia). Dependiendo de dónde se produzcan estos trombos, podrían provocar daños de menor (trombos en piernas o brazos) o mayor gravedad (accidentes cerebrovasculares, infartos de miocardio).
Además de todo lo anterior, existe el riesgo de contraer infecciones nosocomiales, que son aquellas que suceden cuando hay una estancia hospitalaria. Dichas infecciones, originadas por una bacteria, hongo o virus, podrían provocar también secuelas.
Fuente: elperiodico.com
Otra de las preocupaciones que puede tener la pandemia es el de las posibles alteraciones del microbioma. El microbioma humano es el conjunto de genes de los microorganismos presentes en el organismo de los seres humanos. Este conjunto de microorganismos se denomina microbiota, y está formada por bacterias, virus y hongos. La pandemia de COVID-19 tiene el potencial de poder afectar al microbioma humano en individuos infectado (por el desarrollo de la enfermedad), pero también de los no infectados, ante la mayor higiene que se está llevando a cabo, teniendo un impacto sustancial en la salud humana a largo plazo (ver artículo).
Además, aparte de secuelas concretas que puedan quedar, se están detectando cada vez más pacientes en los que algunos de los síntomas de la enfermedad, como la fatiga, la dificultad respiratoria, o la anosmia, pueden prolongarse durante meses. Es lo que se denomina COVID-19 persistente o crónico (long-COVID) (ver noticia). No se sabe por qué se prolonga la recuperación de algunas personas, pero se cree que la viremia persistente debida a una respuesta de anticuerpos débil o ausente, recaída o reinfección, reacciones inflamatorias y otras reacciones inmunes, factores mentales como el estrés postraumático pueden contribuir. Se han descrito secuelas respiratorias, musculoesqueléticas y neuropsiquiátricas a largo plazo para otros coronavirus (SARS y MERS), y estos tienen paralelos fisiopatológicos con el covid-19 postaguda.
Para el seguimiento de estos casos, según un artículo publicado en BMJ (ver artículo), "los análisis de sangre deben solicitarse de forma selectiva y para indicaciones clínicas específicas después de una historia y un examen cuidadosos; es posible que el paciente no necesite ninguno. Debe excluirse la anemia en el paciente con dificultad para respirar. La linfopenia es una característica del covid-19 agudo y grave. Los biomarcadores elevados pueden incluir proteína C reactiva (por ejemplo, infección aguda), recuento de glóbulos blancos (infección o respuesta inflamatoria), péptidos natriuréticos (por ejemplo, insuficiencia cardíaca), ferritina (inflamación y estado protrombótico continuo), troponina (síndrome coronario agudo o miocarditis) y dímero D (enfermedad tromboembólica). Las pruebas de troponina y dímero D pueden ser falsamente positivas, pero un resultado negativo puede reducir la incertidumbre clínica. Es probable que la investigación adicional perfeccione las indicaciones y la interpretación de las pruebas de diagnóstico y monitoreo en el seguimiento del covid-19. Para los pacientes que no fueron admitidos en cuidados intensivos, la guía de la British Thoracic Society sobre el seguimiento de los pacientes con covid-19 que han tenido una enfermedad respiratoria significativa propone un seguimiento comunitario con una radiografía de tórax a las 12 semanas y la derivación para pacientes nuevos, persistentes, o síntomas progresivos. Para aquellos con evidencia de daño pulmonar (como lecturas anormales persistentes de la radiografía de tórax y del oxímetro), se recomienda la derivación a un servicio respiratorio; La derivación temprana posterior a rehabilitación pulmonar probablemente ayude a la recuperación."
Así, en julio de 2020, se informaba de que la mayoría de los pacientes que ingresaron en un hospital de Sydney con la enfermedad en marzo y abril (en torno a un 80%), seguían experimentando síntomas más de tres meses después del alta. Entre los síntomas persistentes, se observaron principalmente la fatiga, disnea, y en los casos más leves, la pérdida de olfato (ver noticia). Y más concretamente en España, durante los primeros meses de verano de 2020, personas con síntomas persistentes comenzaron a pedir un protocolo para tratar sus casos (ver noticia). Dentro de estos síntomas persistentes, se han encontrado de todo tipo, como puedes ver en la siguiente infografía.
Fuente: diariosanitario.com
Y a pesar de las numerosas secuelas de todo tipo detectadas, como hallazgo sorprendente en pacientes postcovid, se ha detectado en un estudio realizado en nuestro país que en la mitad de los pacientes que presentaban hipertensión arterial, o bien ha bajado o bien se ha normalizado (ver artículo).
Otro estudio realizado en agosto, recopilaba los síntomas que estaban experimentando supervivientes de la COVID-19, realizado a través de un grupo de Facebook llamado Survivor Cops, que conecta personas que han superado la enfermedad con médicos, científicos e investigadores (ver artículo). Se identificaron hasta un total de 98 síntomas distintos persistentes en más de 1500 pacientes, que son:
SÍNTOMA |
PORCENTAJE DE PERSONAS |
|
1 | Fatiga | 100% |
2 | Dolor muscular | 66'75% |
3 | Dificultad respiratoria | 65'10% |
4 | Problemas de concentración | 58'97% |
5 | Incapacidad para hacer ejercicio físico | 58'56% |
6 | Dolor de cabeza | 57'56% |
7 | Problemas para dormir | 49'90% |
8 | Ansiedad | 47'61% |
9 | Problemas de memoria | 45'56% |
10 | Mareos | 41'86% |
11 | Dolor de pecho persistente | 38'86% |
12 | Tos persistente | 36'82% |
13 | Dolor de articulaciones | 36'12% |
14 | Palpitaciones | 32'48% |
15 | Diarrea | 32'30% |
16 | Dolor de garganta | 31'65% |
17 | Sudores nocturnos | 30'31% |
18 | Anosmia/hiposmia | 29'56% |
19 | Taquicardia | 28'59% |
20 | Fiebre/escalofríos | 28'14% |
21 | Caída de pelo | 27'00% |
22 | Visión borrosa | 26'68% |
23 | Congestión nasal | 26'42% |
24 | Tristeza | 26'36% |
25 | Neuropatías en manos y piés | 25'59% |
26 | Reflujo/ardor estomacal | 24'57% |
27 | Síntomas cambiantes | 24'31% |
28 | Augesía (pérdida gusto) | 23'93% |
29 | Flemas | 23'04% |
30 | Dolor abdominal | 21'95% |
31 | Dolor lumbar | 20'36% |
32 | Falta de aire al agacharse | 20'29% |
33 | Náuseas/vómitos | 20'04% |
34 | Aumento de peso | 19'14% |
35 | Oídos taponados | 17'04% |
36 | Sequedad de ojos | 16'85% |
37 | Calambres en los gemelos | 16'46% |
38 | Temblores | 16'40% |
39 | Más sueño de lo normal | 16'21% |
40 | Dolor en parte superior de espalda | 16'15% |
41 | Destellos en la visión | 15'89% |
42 | Rashes cutáneos | 15'76% |
43 | Sed permanente | 15'70% |
44 | Sensaciones nerviosas | 15'51% |
45 | Zumbido en los oídos | 14'87% |
46 | Sentido del gusto alterado | 14'10% |
47 | Dolor agudo o repentino de pecho | 13'40% |
48 | Confusión | 13'08% |
49 | Espasmos musculares | 13'02% |
50 | Irritabilidad | 12'57% |
51 | Pérdida de peso | 12'44% |
52 | Goteo postnasal | 12'19% |
53 | Sequedad en la garganta | 12'13% |
54 | Alta tensión arterial | 11'55% |
55 | Sequedad en la piel | 11'42% |
56 | Manos o pies hinchados | 10'66% |
57 | Intolerancia al calor | 10'53% |
58 | Dolor en la boca | 10'34% |
59 | Dolor de cuello | 9'89% |
60 | Escalofríos (sin fiebre) | 9'83% |
61 | "Hot" blood rush | 9'70% |
62 | Olores fantasma | 9'70% |
63 | Dolor óseo en extremidades | 8'87% |
64 | Sensación de quemazón de piel | 8'62% |
65 | Presión occipital | 8'17% |
66 | Nodos linfáticos abultados | 7'98% |
67 | Presión cerebral | 7'59% |
68 | Dolor de riñones | 7'34% |
69 | Picos en la tensión arterial | 6'64% |
70 | Costocondritis | 6'25% |
71 | Dolor en la mano o muñeca | 6'13% |
72 | Venas abultadas | 6'06% |
73 | Temperatura anormalmente baja | 5'81% |
74 | Dolor en parte media de la espalda | 5'36% |
75 | Sensación de ardor | 5'30% |
76 | Dolor de mandíbulas | 5'11% |
77 | Dolor en el cuero cabelludo | 5'11% |
78 | Arritmias | 4'98% |
79 | Hipoxia | 4'91% |
80 | Sensación de ardor pulmonar | 4'72% |
81 | Labios secos o agrietados | 4'66% |
82 | Bocio | 4'47% |
83 | Dolor de pies | 4'40% |
84 | Orzuelos | 4'02% |
85 | Lesiones en dedos de los pies | '77% |
86 | Presión arterial baja | 3'70% |
87 | Cabello seco / caspa | 3'32% |
88 | Problemas renales | 3'00% |
89 | Infección del tracto urinario | 2'87% |
90 | Desequilibrios hormonales | 2'81% |
91 | Úlceras/aftas en lengua | 2'68% |
92 | Reflujo gastroesofágico | 2'62% |
93 | Cambios drásticos de personalidad | 2'62% |
94 | Herpes EBV | 2'43% |
95 | Anemia | 2'36% |
96 | Inflamación tiroidea | 2'11% |
97 | Palpitaciones bilaterales en el cuello | 2'04% |
98 | Síncope | 1'98% |
Un estudio sobre el COVID persistente se publicó el 30 de noviembre de 2020, realizado en las Islas Feroe (ver estudio). De 187 habitantes testados positivo, participaron 180 en el estudio, y solo 8 fueron hospitalizados, y el 53% tuvo al menos un síntoma, siendo los más comunes fatiga, dolor de articulaciones, anosmia y ageusia. La edad media era 39 años, y el 54% eran mujeres. En la fase inicial, 8 personas (4'4%) eran asintomáticos. Tras varias semanas, el 47% ya no tenían síntomas, pero casi el 20% presentaban al menos 3 síntomas. De las 172 personas con síntomas al inicio, el 54% reportaron al menos un síntoma persistente después de varias semanas, encontrándose que cuantos más síntomas se presentaban en la fase inicial, mayor era la probabilidad de tener síntomas persistentes, viéndose que los síntomas persistentes eran más probables en mayores de 35 años, no habiendo diferencias significativas en cuanto a la severidad de síntomas atendiendo a factores como el sexo, la condición de fumador, o patologías previas (ver estudio).
También un estudio realizado en España por un grupo denominado SIESTA (Spahish Investigators in Emergency Situations Team), encontró manifestaciones entre los pacientes de COVID-19 más altas en porcentajes de lo que se puede encontrar en la población normal, lo cual no demostraría que estuvieran ligadas a la enfermedad, porque la proporción seguía siendo baja, pero podría indicar algún tipo de relación. Así, se encontró que el síndrome de Guillain-Barré es casi cinco veces más común entre los 64.000 pacientes analizados que en pacientes sin COVID-19, el neumotórax dos veces más frecuente, y el riesgo de miopericarditis un 45% superior.
Otros estudios hablan de que entre el 10-80% de los pacientes COVID19 tienen al menos 1 síntoma, y que el 50% de los pacientes hospitalizados sufrían afectaciones cognitivas como dificultad para pensar, dolores de cabeza (ver artículo). Otro estudio encontró, entre 201 personas infectadas (jóvenes incluidos), que el 66% tenía algún tipo de daño en órganos cuatro meses después de la infección (ver artículo).
En este gráfico puedes ver un resumen de más de 50 síntomas identificados en casos de COVID persistente (ver estudio).
El CDC americano, en su web, incluye información sobre los síntomas más frecuentes del COVID persistente (Long COVID), en los siguientes términos (ver web del CDC):
Los síntomas a largo plazo más comúnmente reportados incluyen:
- Fatiga
- Dificultad para respirar
- Tos
- Dolor en las articulaciones
- Dolor en el pecho
Otros síntomas reportados a largo plazo incluyen:
- Dificultad para pensar y concentrarse (a veces denominada "niebla mental")
- Depresión
- Dolor muscular
- Dolor de cabeza
- Fiebre intermitente
- Corazón que late rápidamente o late con fuerza (también conocido como palpitaciones del corazón)
Las complicaciones más graves a largo plazo parecen ser menos comunes, pero se han informado. Se ha observado que afectan a diferentes sistemas de órganos del cuerpo. Éstas incluyen:
- Cardiovascular: inflamación del músculo cardíaco
- Respiratorio: anomalías en la función pulmonar.
- Renal: lesión renal aguda
- Dermatológico: erupción cutánea, caída del cabello
- Neurológicos: problemas de olfato y gusto, problemas de sueño, dificultad para concentrarse, problemas de memoria
- Psiquiátrico: depresión, ansiedad, cambios de humor.
En un estudio publicado en enero de 2021, se advertía de la posibilidad de COVID persistente en niños. El estudio había evaluado los síntomas persistentes en pacientes pediátricos previamente diagnosticados con COVID-19. Más de la mitad de ellos informó al menos un síntoma persistente incluso después de 120 días desde el COVID-19, y el 42,6% se vio afectado por estos síntomas durante las actividades diarias. Los síntomas como fatiga, dolores musculares y articulares, dolor de cabeza, insomnio, problemas respiratorios y palpitaciones fueron especialmente frecuentes, como también se describe en adultos. Por ello, la evidencia de que el COVID-19 también puede tener un impacto a largo plazo en los niños, incluidos aquellos con COVID-19 asintomático/paucisintomático, destaca la necesidad de que los pediatras, los expertos en salud mental y los responsables de la formulación de políticas implementen medidas para reducir el impacto de la pandemia en la salud del niño (ver artículo).
En conclusión, EL VIRUS NO PARECE SER UNA BROMA. No solo por su letalidad, sino por las posibles secuelas crónicas y complicaciones en los meses siguientes, incluso en pacientes jóvenes. que también pueden llegar a ser letales. Como ejemplo, aquí puedes ver algunos testimonios y noticias:
- Joven de 34 años de Sabadell que pierde el lenguaje y queda en silla de ruedas
- Testimonios de jóvenes que sufren prolongadas secuelas
- Joven de 29 años que acabó en la UCI, arrepentida de no llevar mascarilla
- Fallece una mujer en Ceuta por secuelas de COVID una vez superada la infección
- Joven embarazada de 29 años muere en Granada por COVID
- Embarazada de 40 años fallece por COVID en Villarreal
- Una joven de 20 años de Pensilvania contrajo COVID leve y después sufrió insuficiencia cardiaca
- Una mujer de 36 años muere tras dar a luz a gemelos
Muchos médicos en redes sociales también alertan de complicaciones post-COVID graves, que deben ser tenidas en cuenta:
Hoy en #Urgencias 🏥 hemos visto una chica de 37 años con isquemia por trombo en hueco poplíteo#Covid_19 positivo en Noviembre.
— Ruben Peña (@RubenMismo) December 16, 2020
A las 2️⃣ horas de visitarla entraba en quirófano #EfectosSecundarios#NadaDeRelajarse
Esta mañana se ha ido un paciente postcovid de mi planta, isquemia arterial y amputación infracondilea de pierna izquierda. Sin antecedentes previos
— Nurse 84 (@84_mcruz) December 16, 2020